Familias ensambladas

Smiling kids
Las llamadas familias ensambladas son aquellas formadas por adultos separados, divorciados o viudos, en la que pueden existir hijos de uniones anteriores y/o hijos de la nueva unión.
Sin dudas, estas parejas plantean otro tipo de conflictos que se suman a los que ya existían dentro de la llamada familia tradicional.
La empatía, la comunicación franca y la rápida negociación en el proceso de unión de la nueva familia, pueden ayudar a superar las dificultades.
Las familias ensambladas requieren paciencia, tiempo de adaptación y comprensión. Sin prisas ni presiones para todos los miembros.
Parece importante tener en cuenta que habrá cambios en el estilo de vida de todos y que será necesario evitar el resentimiento, es decir, tratar de tener un diálogo fluido.
También es importante entender que este tipo de familias tienen una dinámica particular, una manera de funcionar distinta de la que anteriormente formaron todos los miembros. Por eso, las expectativas deberían ser acordes a esa dinámica para no generar, por ejemplo, sensaciones de frustración.
Conflictos
Cuando una pareja se une con hijos de relaciones anteriores, existe un gran potencial de conflictos; ellos requieren de especial atención en esta nueva unión ya que justamente por ser pequeños son los más frágiles, porque no eligieron y porque toda la nueva situación es desconocida para ellos.
Hay que tener en cuenta que para los chicos es la confirmación de que la relación de pareja de sus padres terminó definitivamente, es de algún modo una pérdida que lleva en sí misma sentimientos de tristeza.
Por este motivo, es necesario que los adultos respetemos un proceso en el que los chicos reordenarán sus sentimientos para adaptarse a la nueva situación.
Dentro de este proceso es importante también no forzar en los hijos sentimientos de afectividad o autoridad hacia la nueva pareja, esto debería darse con el tiempo y naturalmente, para ellos, es una persona desconocida y les llevará tiempo encariñarse.
Es fundamental comprender, tanto los adultos involucrados como los niños, que ese sentimiento por el nuevo o la nueva integrante es distinto del que sienten por su padre o madre, y que no tienen que competir entre sí.
Hay que tener mucho cuidado en provocar rivalidades y hacerles comprender que la nueva pareja no va a sustituir a su verdadera madre o padre a quien no va a dejar de ver, y que por más que incluyan un nuevo sentimiento por la nueva pareja, nada va a cambiar el amor que sienten por su padre o madre.
De cara a la convivencia, los chicos deberían ser incluidos para que tengan la oportunidad de manifestar sus inquietudes, sus sentimientos, sus dudas, sus expectativas, y por supuesto, aportar ideas para que esta nueva experiencia sea benéfica para todos.
Por otra parte, la nueva pareja puede tener diferencias en el estilo de crianza, teniendo esto en cuenta, es importante definir normas y límites para evitar conflictos.
Paciencia, la clave
Estos son algunos consejos y recomendaciones para tener en cuenta en las diferentes situaciones de conflicto que se pueden presentar en una familia ensamblada: cuando se empieza una nueva pareja se proyectan deseos, expectativas, anhelos, y cada uno carga con sus experiencias previas y pensamientos sobre cómo debe ser una relación de pareja.
Cuando esta nueva pareja no es solo de dos, deben ambos miembros adaptarse y de alguna manera convivir con la ex pareja y muchas veces esa relación no es fácil.
Aunque aparezcan ciertas dificultades para la adaptación de adultos y niños a la nueva estructura familiar, no implica que la presencia de los pequeños sea negativa, por el contrario, resulta beneficioso para los hijos que su madre o su padre encuentren una  nueva pareja.
Preparar a los hijos para el ingreso de una nueva pareja es importante. Explicarles el rol que cumplirá en nuestras vidas, como la persona que nos acompañará en este momento de la vida, que no pretende en ningún momento asumir el rol de padre o madre del niño, resulta tranquilizador para ellos.
Muchas veces sucede que los niños manifiesten sentimientos de hostilidad e incluso faltas en el comportamiento que, en ocasiones, son vistos por la nueva pareja como faltas de respeto.
Los comportamientos que juzgamos como inadecuados, suelen ser una forma de mostrarnos su desacuerdo, paciencia es la palabra clave.
“Muchas veces una pareja decide irse un fin de semana y juntar a ambas familias. Como la experiencia fue mágica, piensan que con esa prueba piloto ya es suficiente y se lanzan a una convivencia”, explicó Beatriz Goldberg, psicóloga y escritora.
La especialista recomendó que las parejas convivan sin sus hijos por lo menos seis meses antes de ensamblar una familia. “Como hay muchas piezas en el rompecabezas conviene ir de a poco. Hay que hacer muchas negociaciones antes y hablar ciertos temas, ver las necesidades de cada niño y también tener en cuenta al padre o la madre biológica. No hay un tiempo determinado que sea óptimo, depende de la fluidez y de cuánto se conozcan los integrantes de la pareja”, sostuvo Goldberg.
Muchos son los temas que hay que dejar en claro antes de lanzarse a esa aventura que puede terminar en pesadilla si no se toman los debidos recaudos. Lo principal es no querer ocupar el lugar, ni superponerse o competir con la madre o el padre biológico del niño: algunos adultos les permiten hacer cosas que sus padres les prohíben con tal de congraciarse con ellos.
Otra indicación fundamental es no tener hijos de “primera” y de “segunda”: no se pueden hacer diferencias con los chicos, todos deben recibir el mismo trato y tener derecho a hacer las mismas cosas que sus hermanastros. Las reglas de convivencia deben ser claras y negociadas de antemano, pero siempre justas para todos los integrantes de la familia.
La pareja debe reservarse tiempo para tener sus momentos propios y también sus momentos para estar a solas con sus propios hijos.
“No hay que poner a los chicos en el lugar de jueces y dejarlos que ellos decidan si nuestra nueva pareja es de su agrado o no. Esa es nuestra decisión. Los hijos de padres separados tienen una inteligencia emocional afectiva especial, ya que saben cómo comportarse, qué decir y qué no deben hacer. A veces, inconscientemente se adaptan a la nueva pareja de su progenitor y creen que lo quieren aunque no hay necesidad de que realmente ello sea así. Incluso, algunos sienten que traicionan a su padre o madre biológico si se sienten a gusto con su nueva pareja”, explicó Goldberg.
El tema de los gastos siempre es un asunto espinoso. Lo ideal es dividirlos entre todos pero a veces el dinero no alcanza y cada uno debe hacerse cargo de los gastos de sus propios hijos. “No se puede estar contando los yogures de la heladera, ni quejarse de la cuenta del teléfono o no irse de vacaciones todos juntos para evitar grandes erogaciones. El tema del dinero habla del vínculo, de cuánto se respeta al otro y a sus hijos”, finalizó la experta.
Las Fiestas…
En muchas familias, las fiestas de fin de año siguen siendo una tradición y un momento de reunión familiar. Pero ¿qué pasa cuando los papás se separan? ¿Cómo dividir a los chicos sin lastimarlos? ¿Cómo incluirlos en las familias ensambladas? El psicólogo Santiago Gómez afirmó que “lo más saludable en las Fiestas, para los hijos con padres separados, es que puedan pasar una fiesta con cada uno y después de las 12 facilitarle al niño para que pueda llamar al padre con el que no pasó la Navidad o el Año Nuevo”.
Puede ser que el niño se resista y no quiera compartir con uno de los progenitores. “En esos casos no se debería obligar al niño y habría que escuchar lo que le sucede, además de realizar una consulta a un terapeuta infantil para poder evaluar qué es lo que realmente le está pasando al niño, en la relación con su papá ya que generalmente, sucede con el padre”, aclaró Gómez.
En situaciones ideales, es el adulto el que debe facilitarles las cosas a los más pequeños. Las Fiestas sensibilizan a todos y, los chicos, no están ajenos a esto. “Hay que tener en cuenta que las Fiestas generan un mayor grado de sensibilidad en los adultos y con más razón en los niños, por lo tanto, debemos tener paciencia, tolerancia y comprensión con los berrinches, caprichos y llantos injustificados que son conductas, mediante las que el niño manifiesta sus emociones y su estado interior sobre cómo se sienten”, comentó el psicólogo.
Ahora bien, el conflicto puede acrecentarse cuando uno (o los dos) de los papás forma una nueva pareja. “Cuando uno de los papás tienen otra pareja y el niño ya se habituó a compartir, no va a existir ningún problema, porque ya lo ha integrado como “el novio de mamá o la novia de papá”.
Lo que no se debe hacer es presentarle al niño justo en ese momento a la nueva pareja”, expresó. Y cerró: “Es importante aclarar, que si bien a ningún niño le agrada que sus padres se separen, se logran adaptar mejor que hace años atrás, debido a los cambios sociales que van generando un nuevo concepto de familia, diferente a la tradicional”.
A tener en cuenta
-No poner a los hijos en el medio de las disputas y confrontaciones de los padres.
-Las Fiestas movilizan emociones negativas, como el rencor y el enojo por situaciones pasadas. No utilizar a los hijos como trofeos.
-Tener en cuenta que la prioridad es la salud y el bienestar de los hijos. Los padres deberían dejar de lado el resentimiento entre ellos.
-Tener una actitud flexible, que permita llegar a acuerdos entre los adultos, en post del bienestar del niño.
-Comunicar a los chicos con quién van a pasar las Fiestas, una vez que los padres llegaron a un acuerdo.
-Cuando no hay diálogo, consultar a un terapeuta para que los padres y el resto de la familia reciban orientación de cómo conducirse sin dañar al chico.
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