Cuando llega la persona correcta?

Cuando no se encuentra a la media naranja + el miedo a la soledad…

Sentimos que pasa el tiempo y esa persona indicada no
llega. A veces es aconsejable no desesperarse y mantener la calma. Al fin y al
cabo dicen que todo llega.

Hombres y mujeres empiezan a agobiarse cuando, pasado los treinta, no tienen una
relación estable. Aunque la edad no debería significar nada se observa que,
unida a la presión social, desencadena en las personas una necesidad vital por
encontrar pareja; y esa necesidad en algunos casos se convierte en obsesión y
angustia, lo que constituye un riesgo para el equilibrio psicológico.
Lo idea en estos casos, es mantener la calma, ya que el alterarse no da como
resultado encontrar a la media naranja, sino sufrir por el problema en cuestión,
o en consecuencia, tomar al primer hombre o mujer que se nos cruce en el camino
y así cometer un error del que luego podrían arrepentirse.
En el planteamiento de este objetivo es importante comenzar por moderar y
flexibilizar las exigencias acerca del perfil de la persona que nos gustaría
encontrar. Para las mujeres, un hombre significa protección, alguien que las
apoye y comprenda cuando ellas lo necesiten. Son soñadoras y anhelan el día en
que encontrarán a ese príncipe azul, a ese caballero medieval que las haga
felices. En cambio, para el hombre no hay nada como el amor de una mujer. Tratan
de ser comprensivos e intentan lograr que la mujer se sienta a gusto a su lado.

El miedo a la soledad y a enfrentarse a una nueva vida hace que muchas personas
mantengan una situación de pareja, conflictiva o simplemente rota por el tiempo
o por la situación, ya no hay cariño ni amor, sin embargo seguimos la monotonía
del día a día sin plantearnos otra opción. También entra en juego aquí la
dependencia que ha surgido de esa persona, ya sea una dependencia material o
emocional, a menudo las personas no se separan por problemas económicos, o por
los hijos o porque creen que no podrá vivir sin el otro, se siente inútil para
llevar una vida en solitario. De tal manera que ante posibles problemas corre un
“espeso velo” que le impide ver la realidad y seguir en su rol de familia feliz.

La soledad es uno de estos problemas palpitantes y delicados del alma humana que
nos afectan a todos, independientemente de nuestra situación material, nivel
intelectual o títulos adquiridos. No existe ni una sola persona que pueda
presumir de no haber sentido nunca en su propia piel ese estado interno tan
particular que puede ser a veces doloroso y a veces, por el contrario, muy
profundo y especial.
El miedo a la soledad es natural y muy comprensible, pero a menudo se convierte
en una fuente de decisiones erróneas, estados psicológicos verdaderamente
tortuosos y desaciertos motivados por razones muy diversas y discutibles.

El amor requiere una entrega total y una falta de interés egoísta. En el amor
verdadero no nos hace falta nada. Teniendo la posibilidad de amar, lo tenemos
todo. Cuando alguien tiende a imponerse demostrando su egocentrismo, haciendo a
todo el mundo dar vueltas en torno a sus problemas e intereses y exigiendo
constantemente pruebas de amor y algún "premio" a cambio de sus sentimientos, no
se trata simplemente de que todo esto pueda matar al amor, sino de que no es
amor y nunca lo fue.
 

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